
Antihistamínicos: Qué son, cómo actúan y sus efectos secundarios
Los antihistamínicos son medicamentos ampliamente utilizados para tratar alergias, enfermedades cutáneas, trastornos del sueño y otras afecciones. Actúan bloqueando la histamina, una sustancia química que el cuerpo libera en respuesta a alérgenos, reduciendo síntomas como estornudos, picazón, hinchazón y secreción nasal. Sin embargo, su uso no está exento de efectos secundarios, especialmente cuando se toman sin supervisión médica.
¿Cómo actúan los antihistamínicos?
La histamina es un neurotransmisor que juega un papel fundamental en la respuesta inmunitaria y otras funciones corporales. Cuando un alérgeno ingresa en el cuerpo, los mastocitos liberan histamina, lo que provoca inflamación y síntomas alérgicos.
Los antihistamínicos actúan bloqueando los receptores de histamina, principalmente los H1 (responsables de las alergias) y los H2 (relacionados con la producción de ácido gástrico en el estómago). Dependiendo del tipo de receptor sobre el que actúan, se dividen en dos grandes grupos:
Modalidades de antihistamínicos
-
Antihistamínicos H1 (para alergias y enfermedades inflamatorias)
- De primera generación: incluyen la difenhidramina, clorfeniramina y prometazina. Son más antiguos y pueden cruzar la barrera hematoencefálica, afectando el sistema nervioso central.
- De segunda generación: como la loratadina, cetirizina y fexofenadina. Son más selectivos y tienen menos efectos sobre el sistema nervioso central.
-
Antihistamínicos H2 (para tratar problemas gástricos)
- Incluyen la ranitidina (actualmente en desuso por problemas de seguridad) y la famotidina, utilizados para reducir la acidez estomacal en casos de reflujo gastroesofágico y úlceras.
Efectos secundarios a corto y largo plazo
Si bien los antihistamínicos suelen ser seguros cuando se usan correctamente, pueden causar una serie de efectos secundarios que dependen de la generación del fármaco y de la susceptibilidad del paciente.
A corto plazo
- Sedación y somnolencia (especialmente los de primera generación).
- Boca seca y sequedad en mucosas.
- Mareos y confusión mental.
- Retención urinaria en personas con predisposición.
- Aumento del apetito y posible ganancia de peso.
A largo plazo
- Tolerancia y disminución del efecto, requiriendo dosis más altas.
- Alteraciones cognitivas, especialmente en adultos mayores.
- Riesgo cardiovascular en algunos antihistamínicos, como el uso prolongado de fexofenadina.
- Posible disfunción hepática o renal, si se usan en exceso sin control médico.
¿Por qué los antihistamínicos causan sueño?
Los antihistamínicos de primera generación atraviesan la barrera hematoencefálica e interactúan con los receptores H1 en el cerebro. Esto provoca una inhibición del sistema de alerta, lo que genera somnolencia y sedación, efectos similares a los de los sedantes o el alcohol.
Los de segunda generación, en cambio, tienen menor capacidad de cruzar esta barrera, por lo que su impacto sobre la vigilia es mínimo.
¿Por qué es peligroso conducir si los tomamos?
El efecto sedante de los antihistamínicos de primera generación disminuye los reflejos, la concentración y la capacidad de reacción, aumentando significativamente el riesgo de accidentes de tráfico. En algunos países, conducir bajo sus efectos está regulado de manera similar al consumo de alcohol.
Los pacientes que requieran antihistamínicos y necesiten manejar vehículos deben optar por los de segunda generación o evitar la conducción si experimentan somnolencia.
Conclusión y recomendaciones clínicas
Los antihistamínicos son herramientas valiosas en el manejo de alergias y otras afecciones, pero deben utilizarse con precaución. Siempre es recomendable acudir a un médico antes de iniciar su uso, especialmente en personas con enfermedades crónicas o que tomen otros medicamentos.
Algunas recomendaciones clave:
- Evitar la automedicación, especialmente con los de primera generación.
- Consultar al médico si se requiere un antihistamínico para un tratamiento prolongado.
- No combinarlos con alcohol u otros depresores del sistema nervioso central.
- Evitar conducir o manejar maquinaria si se experimenta somnolencia.
Si bien los antihistamínicos modernos han reducido muchos de los efectos adversos, su uso irresponsable puede tener consecuencias graves. Un control médico adecuado garantiza su eficacia y seguridad en cada paciente.