Hoy en día vivimos inmersos en una sociedad que sufre graves trastornos de sueño: andamos siempre con prisas, con un millón de cosas en la cabeza y, para colmo, muchas veces buscamos “atajos” para dormir menos, pensando que así podremos aprovechar mejor el día. El resultado es que cada vez estamos más sobremedicados y recetamos pastillas para poder quedarnos dormidos o mantenernos despiertos. Dentro de todo este caos, circula el mito de que con 4 horas de sueño bastan para estar como una rosa. ¿Pero de verdad es así?

La respuesta corta es: no. Aunque hay personas que aseguran que les alcanza dormir muy poquito, la realidad es que la gran mayoría necesitamos un número de horas más amplio para que nuestro cuerpo y mente se regeneren de verdad. Especialmente quienes vivimos en el ritmo frenético actual, donde el estrés y la ansiedad pasan factura.

¿Cuántas horas de sueño son suficientes?
Aquí es donde entra la pregunta del millón: ¿cuánto necesitamos dormir para funcionar bien al día siguiente? Pues la ciencia y la medicina del sueño han estudiado esto a lo largo de muchos años y, aunque cada persona puede tener ligeras variaciones, se han establecido rangos de horas recomendadas según la edad:

1. Recién nacidos (0-3 meses)

   • Habitual: entre 14 y 17 horas diarias (aunque pueden dormir incluso más, interrumpidas en varias siestas).
   • Recomendada: lo más cercano al promedio, pero adaptado a las necesidades del bebé.
   • Motivo: los bebés están en pleno desarrollo físico y neurológico, por lo que requieren muchas horas de sueño para la maduración de su cerebro, la formación de sinapsis y el crecimiento general.

2. Bebés e infantes (4 meses-2 años)

   • Habitual: entre 12 y 15 horas.
   • Recomendada: cercano a esas 12-15 horas, incluyendo siestas.
   • Motivo: siguen creciendo a toda velocidad, su cerebro aprende toneladas de información cada día, y el cuerpo necesita el descanso suficiente para asimilar todo ese conocimiento y favorecer el desarrollo.

3. Niños pequeños (3-5 años)

   • Habitual: entre 10 y 13 horas.
   • Recomendada: preferiblemente unas 11-12 para garantizar un descanso óptimo.
   • Motivo: a esta edad, los niños continúan creciendo y sus cerebros siguen desarrollándose. El sueño es fundamental para la consolidación de la memoria y el aprendizaje, además de ayudarles a regular su comportamiento y emociones.

4. Niños en edad escolar (6-12 años)

   • Habitual: de 9 a 12 horas.
   • Recomendada: mantener al menos 9-10 horas diarias.
   • Motivo: siguen aprendiendo muchísimas habilidades (lenguaje, relaciones sociales, actividad física, etc.). El buen descanso ayuda a la atención, la memoria y el rendimiento académico.

5. Adolescentes (13-17 años)

   • Habitual: de 8 a 10 horas.
   • Recomendada: lo ideal es que duerman al menos 8 horas, si no más.
   • Motivo: en plena adolescencia ocurren cambios hormonales, emocionales y físicos a toda velocidad. Para lidiar con todo esto, el cuerpo necesita más sueño para estabilizar el ánimo, permitir el crecimiento y favorecer el aprendizaje escolar.

6. Adultos jóvenes (18-25 años) y adultos (26-64 años)

   • Habitual: de 7 a 9 horas.
   • Recomendada: apuntar a unas 7-8 horas de media.
   • Motivo: en esta etapa el cuerpo ya no crece de la misma manera, pero seguimos necesitando un sueño de calidad para la regeneración celular, la restauración de energía y la regulación de funciones esenciales (hormonas, memoria, sistema inmune, etc.).

7. Adultos mayores (65+ años)

   • Habitual: alrededor de 7-8 horas, aunque a veces duermen menos.
   • Recomendada: un mínimo de 7 horas, pero muchos adultos mayores pueden sentir la necesidad de hacer siestas.
   • Motivo: hay cambios en los patrones de sueño, a menudo se vuelve más fragmentado y puede haber despertares nocturnos. Aun así, el cuerpo y la mente requieren el descanso suficiente para mantener la salud y la lucidez.

Entonces, ¿4 horas son suficientes?
Para la mayoría de los seres humanos, no. Hay casos muy raros de individuos con mutaciones genéticas que les permiten descansar con solo unas pocas horas. Pero, seamos honestos, eso no es lo habitual. Si duermes 4 horas cada noche, lo más probable es que a la larga empieces a tener problemas de concentración, cansancio excesivo, cambios de humor y un mayor riesgo de padecer enfermedades.

Dormir adecuadamente no es un lujo ni una pérdida de tiempo, es una necesidad biológica. Durante el sueño, nuestro cuerpo se pone en “modo reparación”: se regeneran tejidos, se fortalecen defensas y, sobre todo, se consolidan conocimientos. ¡Sí, durmiendo también aprendemos! Cuando pasamos por las diferentes fases del sueño, nuestros recuerdos y aprendizajes se asientan mejor en el cerebro, algo crucial para el rendimiento intelectual y la salud mental.

Así que, si alguna vez te hacen creer que con 4 horas “vas que chutas”, recuerda que lo normal es necesitar entre 7 y 9 horas en la edad adulta. Dale a tu cuerpo y a tu mente la oportunidad de recuperar energías y procesar todo lo que vives día a día. Tu salud (y tu memoria) te lo agradecerán.