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El colesterol malo: cuándo preocuparse y por qué es importante tratarlo

En Central Médica, cada vez más pacientes llegan a consulta tras recibir los resultados de una analítica. El motivo suele repetirse: “Me ha salido el colesterol alto”. Es una preocupación común y, en muchos casos, con razón. Lo que quizá no todos saben es que dentro del colesterol existen varios tipos, y que el más preocupante —el LDL, o “colesterol malo”— es uno de los principales enemigos silenciosos de la salud cardiovascular.

Pero, ¿qué es exactamente el colesterol? ¿Cuándo se convierte en un problema? ¿Y por qué, a veces, el médico decide iniciar un tratamiento farmacológico?

Desde un punto de vista médico, el colesterol es una sustancia grasa que nuestro cuerpo necesita para funcionar correctamente. Forma parte de nuestras células, ayuda a producir hormonas y cumple funciones esenciales. Sin embargo, cuando sus niveles se alteran, especialmente los del colesterol LDL, se convierte en un factor de riesgo para el corazón y las arterias.

Existen tres tipos principales de lípidos que se analizan en sangre. El primero, el colesterol LDL, es el que más preocupa, ya que tiende a depositarse en las paredes de las arterias formando placas que las estrechan y endurecen. Con el tiempo, esta acumulación puede bloquear el flujo sanguíneo y derivar en infartos, ictus o anginas de pecho. Por otro lado, está el colesterol HDL, conocido como el “colesterol bueno”, que ayuda a eliminar el exceso de colesterol del organismo. Finalmente, los triglicéridos, aunque no son colesterol como tal, también deben mantenerse bajo control, pues un exceso puede contribuir a enfermedades cardiovasculares.

A nivel clínico, se consideran valores saludables aquellos en los que el colesterol total se mantiene por debajo de los 200 mg/dL. En el caso del LDL, el ideal es que esté por debajo de los 100 mg/dL, y aún más bajo —por debajo de 70 mg/dL— en personas con alto riesgo cardiovascular. El HDL, sin embargo, debería superar los 40 mg/dL en hombres y los 50 mg/dL en mujeres. Los triglicéridos, por su parte, deben mantenerse por debajo de 150 mg/dL.

Superar los 160 mg/dL de colesterol LDL es una señal de alerta. A partir de ese umbral, el riesgo para la salud aumenta significativamente, y es muy probable que el médico proponga un plan de acción.

El abordaje clínico del colesterol no se basa únicamente en una cifra. En Central Médica valoramos a cada paciente de manera integral. Es decir, no solo se estudian los niveles lipídicos, sino el contexto completo: edad, antecedentes familiares, tensión arterial, índice de masa corporal, hábitos de vida, enfermedades coexistentes como diabetes tipo 2, VIH, hipotiroidismo o problemas renales, entre otros.

Cuando el riesgo es moderado o alto, y los niveles de colesterol están fuera del rango ideal, el tratamiento farmacológico se convierte en una herramienta imprescindible. Las estatinas —como la simvastatina, atorvastatina o rosuvastatina— son las más utilizadas. Actúan reduciendo la producción de colesterol en el hígado y han demostrado su eficacia para reducir eventos cardiovasculares. En algunos casos, se complementan con ezetimiba, que bloquea la absorción de colesterol en el intestino. Y en situaciones más complejas o en pacientes que no toleran estos tratamientos, se recurre a medicamentos más específicos, como los inhibidores de PCSK9, administrados por vía inyectable.

Pero no todo se resuelve con medicación. Hay un conjunto de hábitos que, cuando se adoptan con constancia, marcan una diferencia profunda. Comer de forma saludable —reduciendo las grasas saturadas y trans, aumentando el consumo de fibra, frutas, verduras, pescados azules y frutos secos— es una de las claves. A esto se suma la práctica regular de ejercicio físico, al menos 150 minutos a la semana, así como evitar el tabaco, moderar el consumo de alcohol, dormir adecuadamente y controlar el estrés.

Hay ciertos grupos de población que deben tener especial cuidado. Las personas con diabetes tipo 2, quienes viven con VIH y están bajo tratamiento antirretroviral, aquellos con enfermedad renal crónica, hipotiroidismo no tratado, obesidad o antecedentes familiares de hipercolesterolemia, deben someterse a controles más frecuentes y exigentes. También los hombres a partir de los 45 años y las mujeres desde los 55 forman parte de una franja donde la vigilancia debe ser más intensa.

El colesterol LDL elevado es un enemigo silencioso. No duele, no avisa, pero puede provocar consecuencias graves si no se detecta y se trata a tiempo. Por eso insistimos en la importancia de las revisiones periódicas, de interpretar correctamente los resultados analíticos y, sobre todo, de actuar con decisión cuando se identifica un riesgo. En Central Médica estamos comprometidos con el cuidado de tu salud cardiovascular, ofreciéndote un seguimiento personalizado, tratamientos efectivos y el acompañamiento necesario para adoptar un estilo de vida más saludable.

Si tienes dudas sobre tus niveles de colesterol o crees que podrías estar en un grupo de riesgo, no lo dejes pasar. La prevención es, sin duda, la mejor medicina.

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